Ay Luis siento como q es a mi a quien desnudas porque es así como siempre ella se sintió cuando estaba al borde de la locura pidió una bicicleta sabia que ella tendría la potencia para permitirle fluir después de tanta tortura y así que después de mucho tiempo décadas se monto nuevamente a una bici y fue como ella pensó se sentía volar en las bajadas fue tan fuerte el impacto de conectar a un pasado libre que de golpe ya no tenia ganas de fumar de beber para fluir se acabaron las ansiedades y emergió la escritura como forma de fluir..
Me sacaste unas lagrimas Luis, de golpe era ella a quien describías en esa experiencia de libertad de vuelo única e inimaginable como se siente uno en la bicicleta...
LA BICICLETA
Había recuperado el hábito de andar en bicicleta. Muchos años atrás que lo había perdido. Fue en aquellos años en que él ya se suponía que debía convertirse en un adulto. La bicicleta era una forma de magia, en ella se podía sentir toda la furia del viento y el embrujo de la velocidad. Sentía que se iría a volar en cualquier momento, sobre todo en aquellos momentos en que se deslizaba por las bajadas a toda velocidad.
Era el momento de su existencia en que él estaba en contacto con los tres niveles de su conciencia, el cuerpo visceral - las emociones y el intelecto. Se sentía grande. Se sentía elegido por los dioses. Era el centro del Universo.
Pero la bicicleta en tiempos de dictadura era peligrosa. Porque bicicleta era lo mismo que volar con las emociones. Y lo más que hay que reprimir en una dictadura, (sea política - familiar - religiosa o lo que sea), es el sentir a fondo. Porque la emoción profunda es fuente de paz y libertad.
Me sacaste unas lagrimas Luis, de golpe era ella a quien describías en esa experiencia de libertad de vuelo única e inimaginable como se siente uno en la bicicleta...
LA BICICLETA
Había recuperado el hábito de andar en bicicleta. Muchos años atrás que lo había perdido. Fue en aquellos años en que él ya se suponía que debía convertirse en un adulto. La bicicleta era una forma de magia, en ella se podía sentir toda la furia del viento y el embrujo de la velocidad. Sentía que se iría a volar en cualquier momento, sobre todo en aquellos momentos en que se deslizaba por las bajadas a toda velocidad.
Era el momento de su existencia en que él estaba en contacto con los tres niveles de su conciencia, el cuerpo visceral - las emociones y el intelecto. Se sentía grande. Se sentía elegido por los dioses. Era el centro del Universo.
Pero la bicicleta en tiempos de dictadura era peligrosa. Porque bicicleta era lo mismo que volar con las emociones. Y lo más que hay que reprimir en una dictadura, (sea política - familiar - religiosa o lo que sea), es el sentir a fondo. Porque la emoción profunda es fuente de paz y libertad.
Le robaron la bicicleta. Quizás esta fue una conspiración de no sé quien para que este amigo dejara de sentir. Había que sumarse al resto, había que creer en lo que todos los demás creían.
Sin la bicicleta este amigo lo intentó, a veces en forma desesperada, por creer la utopía oficial que iba de lengua en lengua. Dolores de estomago, de cabeza, de espalda, de cuello, dolores de todo le recordaban al final de que él no había nacido para ser un propagandista de la masa. Su destino estaba unido a la bicicleta. Había nacido para sentir.
La rueda era el mundo. Y las dos ruedas eran para él como los dos mundos que llevaba dentro de sí. Todo giraba, todo se movía, y es por eso que le gustaba la bicicleta porque él estaba seguro de que ella entendía muy bien los secretos de la nueva física cuántica. La bicicleta sabia de que todo se trataba al final de un juego de energías donde el ganar o el perder no tenía sentido porque lo importante era el fluir libre de la energía.
Y ahora, hace una hora atrás, lo vi jugando de nuevo en una bicicleta. Estaba feliz saltando y sintiendo la vida que se movía por todas sus células de nuevo. Pero ahora ya era más viejo. Cerca de 15 años habían pasado. Había estado al borde de la muerte y la locura muchas veces, pero igual había sobrevivido porque la potencia de su espíritu era de esos grandes.
Andaba de nuevo conversando con la bicicleta. Espíritu y materia se habían vuelto a encontrar.
Y la rueda seguía girando.
Sin la bicicleta este amigo lo intentó, a veces en forma desesperada, por creer la utopía oficial que iba de lengua en lengua. Dolores de estomago, de cabeza, de espalda, de cuello, dolores de todo le recordaban al final de que él no había nacido para ser un propagandista de la masa. Su destino estaba unido a la bicicleta. Había nacido para sentir.
La rueda era el mundo. Y las dos ruedas eran para él como los dos mundos que llevaba dentro de sí. Todo giraba, todo se movía, y es por eso que le gustaba la bicicleta porque él estaba seguro de que ella entendía muy bien los secretos de la nueva física cuántica. La bicicleta sabia de que todo se trataba al final de un juego de energías donde el ganar o el perder no tenía sentido porque lo importante era el fluir libre de la energía.
Y ahora, hace una hora atrás, lo vi jugando de nuevo en una bicicleta. Estaba feliz saltando y sintiendo la vida que se movía por todas sus células de nuevo. Pero ahora ya era más viejo. Cerca de 15 años habían pasado. Había estado al borde de la muerte y la locura muchas veces, pero igual había sobrevivido porque la potencia de su espíritu era de esos grandes.
Andaba de nuevo conversando con la bicicleta. Espíritu y materia se habían vuelto a encontrar.
Y la rueda seguía girando.
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