lunes, 30 de septiembre de 2013

RENÉ SCHÉRER: LA HOSPITALIDAD * su relación con el tema de la conferencia los derechos humanos como programa y realidad de Raul Zaffaroni Juez de la corte Argentina

Bueno les quiero comentar que leyendo el articulo del martes 9 de diciembre de 2014, en  la conferencia  que lo pueden leer en este link http://www.pagina12.com.ar/diario/lecturas/33-261538-2014-12-09.html brindada por el Profesor emérito de mi querida y amada Argentina Raul Zaffaroni, Juez de la corte suprema Argentina, apunto de dejar de serlo dio una conferencia el viernes ultimo en la Feria del libro de Guadalajara, Mejico, con el titulo los derechos humanos como programa y realidad.

Y esta parte de su conferencia que delata lo cruel y criminal del modelo del nuevo orden global.
"No es la simple pobreza la que se refleja automaticamente en la violencia letal, sino la falta de proyecto, es decir, la frustracion existencial que provoca la sociedad excluyente".

Lo primero que me vino a la mente al leer dicho articulo de la conferencia brillante, honesta y esclarecedora para mi, la otra conferencia desarrollada en la facultad de Filosofía de Asunción en el año 2005, por el filosofo español Antonio Tudela Sancho

*

Cuuyo tema desarrollado era: 

RENÉ SCHÉRER: LA HOSPITALIDAD*  

28 de diciembre de 2011 a la(s) 16:36


Ambas conferencias  para mi personalmente coinciden plenamente en la necesidad cada vez mas urgente, de un análisis profundo del derecho que quedo desfasado para este viejo nuevo orden modelo global hiper violento  y como dijera el titulo del diario Argentino pagina 12, la violencia del modelo se siente en el mundo como que estamos ante una guerra global no declarada.

Zeus y los otros Dioses inmortales te concedan, huésped , aquello que más quieras , porque benévolo me acogiste.
Homero, Odisea (14, 53-54)14 Citas rescatada del libro de Antonio Tudela Sancho," 9 textos sin lugar, que resume todas las conferencias desarrolladas por este gran filosofo en Paraguay y Argentina, en el 2005, 2006, 2007, y en el cual tuve el honor de participar en el desarrollo de seminarios impartidos en Helvetas Paraguay, por este gran filosofo y profesor, sobre la teoría y practica de los conceptos y filosofia desarrollados y que al mismo tiempo fueron pilares del programa tan amado y recordado Tekopora ha Tekojoja Rekavo TTR de la ex Helvetas Paraguay, sostener esta pasión, esta búsqueda de la libertad, a como de lugar, en un pais sumamente dictatorial en todos los ámbitos de la vida cotidiana, la casa, la escuela, todos los espacios formales e informales, en un pais en donde la sociedad ha sido secuestrada violentamente en extremo, por el consumismo alienante, me ha desangrado el alma y el espíritu, durante estos 7 años de cerrarse la oficina de Helvetas Paraguay en el 2007.

Y es por ello que he decidido describir paso a paso, este tema de la conferencia de Antonio Tudela Sancho en la facultad de Filosofía en Paraguay,  "Rene Scherer: la Hospitalidad", para que quede como soporte de análisis y debates que nos puedan dar las herramientas que nos conduzcan al sueño de LIBERTAD para mis nietas, LIBERTAD que yo nunca he conocido, y cuya resistencia a este nuevo orden modelo  me es cada vez mas difícil resistir la opresión y la presión de la normalidad que te juegan en tus afectos mas profundos, tus hijos, para vengarse de ti por el mundo de libertad que estas explorando, un mundo prohibido para los desechos y excluidos de este nuevo orden global, de esta fabrica déspota y criminal de fabricar pobres y excluidos, y en donde mis hijos no tienen porque ser humillados, excluidos, explotados, violentados, marginados por el sistema y los lacayos del sistema opresor, como le gustaba mencionar a cierto gran referente latinoamericano el difunto Hugo Chavez, que con su política de humanidad y de poner al centro el amor, recogió a mi hijo querido cuando ni su entorno cercano, fue capaz de darle una mano al fallecer su padre de cáncer linfoma de Burkit, al contrario rápido vendamos todo lo que hay para no compartir un centavo con el, pues este recurso es fruto de nuestro sacrificio y solo nuestro, y no lo vamos a compartir ni siquiera con nuestro nieto...lo vamos a llevar a nuestra tumba...así piensan y deciden también los falsos fariseos de Occidente con la pobre América latina, colonizada, saqueada en sus derechos de justicia y equidad, violentada y humillada....

Tanto daño hacemos con nuestra política de guerra no declarada como diría el titulo de Pagina 12 para describir la conferencia Raul Zaffaroni, con nuestra avaricia, egoísmo, amor extremo al poder dinero, que nos convertimos en monstruos lapidarios hasta con los seres que deberíamos aparentemente amar, proteger, ser solidarios porque necesitan de nosotros, porque están desprotegidos, por ello acuden a nuestra hospitalidad.

Ahora si, luego de ponerles en escena, o en situacion como diaria una jerga filosofica, les describo toda la conferencia sobre Rene Scherer: La hospitalidad de Antonio Tudela Sancho, desarrollada en la facultad de Filosfia, Paraguay en el año 2005, tema tan urgente y vital en este momento crucial para nuestra vida.

¿Quien tubo compasión de ti cuando estubiste entre los extraños?
Jamey Joyce, ulises15
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RENÉ SCHÉRER: LA HOSPITALIDAD

*Conferencia pronunciada  en la facultad de filosofía de la Universidad Nacional de Asunción (Paraguay), en el marco de la semana de Filosofía, el 15 de setiembre de 2005 por el filosofo español Dr. Antonio Tudela Sancho

En principio, un titulo como el que da pie a mi ponencia esta tarde ante ustedes, en tanto que índice o indicio  de aquello de lo que yo quisiera hablarles  y de aquello de lo que  us tedes esperan, o imaginan, intuyen o sospechan que les voy hablar, plantea una serie de problemas que ___a su vez ___  exigen de mi ciertas explicaciones previas, o cuando menos  que dedique cierto tiempo a introducirlos a ustedes,  a ponerlos , como solía decirse no hace mucho en cierta jerga filosófica, ‹‹en situación››.

En realidad un titulo como el que hemos escogido (o mejor dicho, para hablar y hacer justicia al mismo tiempo,  un titulo como el que nos han escogido, porque su idea no no se debe a quien les habla, sino a la mano rectora pero amable del coordinador de esta semana de filosofía, el profesor Jorge Benítez, sabedor y valedor de mis actuales intereses en materia de investigación filosófica), un titulo, digo, como este   ‹‹René Scherer : La hospitalidad››, suscita por lo menos 2 incógnitas : Primero la de un nombre propio que no tiene porque sonarles a ustedes  (a menos que sean especialistas en Heidegger, Husserl, Deleuze o Fourier ), y segundo  la  de un sustantivo, un tema, que aunque se les presentara claro y meridiano como cualquier otra abstracción en lengua castellana, indudablemente ha de sonarles extraño, o desacostumbrado, o pintoresco en el contexto académico pero por ello mismo familiar  de unas jornadas sobre cuestiones filosóficas. Tratare entonces de elucidar  ambas interrogantes.
Vamos con el nombre propio  ¿Qué puede uno decir de este autor así, en abstracto?  No mucho mas de los que cualquier solapa de sus libros apunta. Evidentemente que se trata de un filosofo, francés , nacido en 1922 y todavía vivo y con relativamente buena salud. Que se formo en la escuela normal superior, al igual que Sartre, Derridá o Bordieu y que fue uno de los componentes del Departamento de Filosofía de la mítica Universidad de París VIII, fundada tras el mayo del 68 en Vincennes, donde tubo por colegas a filósofos como Foucault, Deleuze, Lyotard, Chátelec, Michel Serres o Alain Baudiou. Como filósofo, ha recorrido distintas etapas, comenzando por la fenomenología, pues fue uno de los más importantes introductores en Francia de la filosofía de Husserl y de Heidegger, a la que seguiría en los años sesenta un interés por los problemas de la comunicación y de la infancia, para consagrarse en años posteriores a la propagación del pensamiento utópico de Charles Fourier, así como a distintos aspectos de la filosofía de su amigo y colega Gilles Deleuze, y __en lo que ahora nos concierne_ a la creación de una filosofía de la hospitalidad16


Llegamos de este modo sumario a la segunda incógnita de nuestro título,  representada por este sustantivo, hospitalidad. ¿Qué entendemos por hospitalidad? Y si me permiten un breve repliegue introspectivo, qué significa __ante todo,  qué significa para mí, pero también, inevitablemente, para ustedes__ que yo, un europeo, un extranjero, pues, un meteco en tierra ajena, trate de hablarles a ustedes, paraguayos, miembros de un pueblo hospitalario donde los haya, como he tenido oportunidad de comprobar en los dos meses justo que llevo en su tierra, que les hable de este concepto , la hospitalidad, a primera vista presente en Derridá  y en René Schérer y en tantos otros filósofos contemporáneos como una crítica directa a las sociedades en las que viven y trabajan dichos autores (a fin de cuentas, las sociedades receptoras de los grandes flujos migratorios de la actualidad, sociedades al borde de la esquizofrenia social y jurídica en lo tocante al fundamento y la gestión de dichos flujos)...Y esto al margen, si entendemos que la hospitalidad puede ser rastreada en la civilización occidental ( con cuya historia, sin embargo, no se confunde, puesto que siempre ha existido en multitud de culturas ajenas a Occidente) por lo menos hasta la Grecia arcaica, como lo demuestra,  por ejemplo, el hecho de que constituya el eje vertebral narrativo de la Odisea homérica17, tendremos que ineludiblemente interrogarnos acerca de si nos hallamos hoy ante aquel mismo concepto del mundo présocratico Presocrático o si, por el contrario, pensamos y manejamos  ya algo por completo diferente. También se nos planteara la duda, acerca de los enlaces o afinidades  ---pero también las diferencias ---  que median entre el concepto de hospitalidad y las nociones de identidad, alteridad o comunidad, por mencionar solo tres. Finalmente, deberíamos poner en juego nuestros conocimientos  jurídicos, sea cual fuere el derecho positivo que nos sujete, para preguntarnos por el carácter ----publico o privado----  predominante a la hora de enfocar nuestro concepto. Pero dejemos estas cuestiones tan solo esbozadas (y en plena oscuridad otras muchas cuestiones que se nos puedan ocurrir a bote pronto) para intentar ofrecer algunas ideas que nos sirvan para ir armándonos nuestras propias respuestas dando paso sin mas a lo que entiende René Scherer  por ‹‹hospitalidad››.
Para ello, y dado que el tiempo de que disponemos aquí y ahora nos va obligar inevitablemente a reducciones vertiginosas en un tema cuya riqueza y complejidad demandaría su exposición a lo largo de todo un seminario, y no los escasos minutos de una apretada  conferencia, tendremos que dar por supuesto cierto número de cuestiones  que no conviene dar por supuestas,  para centrarnos en una de las tesis planteadas por Scherer . Dicho de otro modo, nos  desharemos del título de nuestra sesión, ahora que ustedes cuentan ya con alguna información acerca del mismo, con alguna ‹‹puesta en escena››, para rebautizarla de un modo más cercano al pensamiento de nuestro autor. Hablaremos, entonces, y en líneas generales, sobre cosmopolitismo y hospitalidad.

1)      Con tal planteamiento presente, comenzaremos por señalar que, ante todo, la hospitalidad se identifica en Shérer con un verdadero proceso de humanización, parte integrante del desarrollo mismo de la humanidad, el ser humano se ha constituido y se sigue constituyendo como tal en tanto que practica la hospitalidad. Evidentemente, esto no en el sentido abstracto, místico y enigmatico que se genera siempre que hablamos del hombre o del ser humano en general, sino en un contexto pura y precisamente etnológico, entendiendo la hospitalidad a la manera de Marcel Mauss como un "hecho social total", en el que la constitución de la persona es in disociable del don y los intercambios o prestaciones. Por tanto, la economía de la hospitalidad no se ajustaría al terreno del provecho o del interés, sino al dominio del gasto, lo que no deja de ser importante a la hora de reflexionar sobre ciertos aspectos de la hospitalidad contemporánea, o mejor dicho: de la suspicacia actual hacia este concepto.

Decir que la hospitalidad implica un "proceso de humanización" significa que tal figura desborda el marco estricto de lo jurídico, al mismo tiempo como tampoco puede ser comprendida como asunto puramente subjetivo, en el sentido de arbitrario, de disposición privada más o menos aleatoria. Se podría decir, con la terminología propia de Félix Guattari, que se trata de un "proceso de subjetivación", o de una "producción de subjetividad", incorporando así prácticas " trasversales" con relación a las prácticas de los Estados.
Esta transversalidad  implica que la hospitalidad sólo se define por casos singulares donde se entrecruza lo global con lo local: responde siempre a medidas de urgencia o, o si se prefiere decir así, , a puntos de catástrofes, nudos o encrucijadas en lo real. De hecho, lo real mismo se manifiesta en estado puro precisamente ahí donde se trata de un problema de hospitalidad: por ello la crítica que siempre cabe hacer a todas la politicas anti-hospitalarias justo que se sitúan de espalda a lo real, que se alejan de la realidad para oponerle medidas generales, abstractas y represoras , que desplazan en suma el problema de la realidad humana tratando de sujetarlo a la lógica aparente de las instituciones o de las garantías de seguridad del Estado. Proceso de humanización, subjetivación y transversalidad frente a prácticas de derecho restrictivo sería, pues, unos posibles umbrales de entrada a nuestro concepto.

2) Una segunda consideración tendría que poner en juego la hospitalidad con la ciudad ,lo que obliga a un acercamiento rápido al tema en el marco del pensamiento antiguo, y más en concreto en el marco de la pólis  griega . Porque, de entrada, la ciudad griega se funda en buena medida sobre y en torno al eje de la hospitalidad religiosa,  teniendo siempre en cuenta que en el imaginario de la ciudad griega lo laico y lo religioso se confunden sin solución de continuidad. Ahora bien en lo tocante a las medidas estrictamente laicas, o propiamente políticas, existe mas o menos en deredor de la historia de Atenas una conexión muy profunda entre la ciudad y la hospitalidad, bajo la forma singular y bien definida del problema de los "metecos", es decir de los extranjeros residentes, imposible tratar la cuestión en detalle ahora, pero si se pueden señalar algunas grandes lineas. En principio, Atenas se caracteriza por su orientación democrática (un modelo que llega hasta nuestros dias) a partir de Clístenes, es decir, hasta fines del siglo VI antes de nuestra era. La noción de democracia está ligada, con enorme precisión a su origen en el "démos", esto es, en el pueblo, o la masa, el "plethos", pero igualmente a la división en "demes". Y es ésta división en démes o unidades territoriales, especie de barriada o circunscripciones urbanas, lo que es verdaderamente importante en la reforma de Clístenes. Porque con ella se va a substituir la vieja división de los ciudadanos en clanes, o filiaciones y clientelas por una novedosa distribución estrictamente territorial en démes  urbanas y suburbanas, trazadas geométrica mente, en las que por pura necesidad aquellos que no eran ciudadanos por tradición, ciudadanos de origen, es decir, los extranjeros, van a quedar integrados. A partir de la reforma de Clístenes, los metécos se encuentran se nos muestran teniendo un lugar específico en la ciudad y unos derechos bien definidos. De hecho, muchos de ellos pasan a tener derechos de ciudadanía. Y marca un camino a recorrer, porque a partir de ahí, cada vez que en Atenas se dé un avance en la orientación democrática, irá acompañado de la tendencia a integrar en la ciudad a los metecos,. Integración que llevará consigo también la creación institucional de un magistrado especial, el "proxénes", que se ocupa de los extranjeros (los xénes, que vale tanto como decir huéspedes) en cuanto tales. Dos maneras, entonces, tenía la democracia ateniense para enriquecerse nutriéndose de extranjeros y metecos . De, donde se puede, según Schérer, concluir la profunda contradicción histórica , posterior, actual, esa profunda paradoja que hace de la mayoría de las democracias, fortines ferreamente blindados, juridicamente hostiles a la entrada de los extranjeros.
3) Y es precisamente esa contradicción la que nos lleva a introducir ahora cierto matiz en la evocación anterior. Si bien es verdad que la ciudad , la polis, en tanto que comunidad política, democrática, está abierta al extranjero y que toda su historia se ha dirigido, al fin a la integración de los metecos, no es tampoco menos cierto que siempre ha existido en el interior de la ciudad una diferencia de principio entre el ciudadano y el meteco. Es decir, que el meteco rara vez, se transformará en ciudadano si no es mediante un acto de reconocimiento individual, sometido a investigación, a encuesta pública y pericial, una especie de examen de honorabilidad. En la práctica, en la democracia ateniense misma , la noción del démos  permaneció elitista, exclusivista, alejando de la asamblea de los ciudadanos no solo a los metecos, sino como bien saben ustedes igualmente a las mujeresa los niños o jóvenes y a los exclavos.  Hay, pues, una democracia exclusivista relativa a las gentes que, pudiendo disfrutar del derecho de residencia, no serán admitidas mas que en un rango, el de los metecos, inferior aún al de los ciudadanos.
El marco de la ciudad no sería particularmente apto, nos diría en resumen Schérer, para la aceptación del extranjero. Siempre habrá existido cierta ambigüedad. pero tendremos que dar ahora un salto considerable desde la clasicidad griega hasta los tiempos modernos. Y es aqui, en el momento en que con Jean-Jacques Rousseau la democracia adquiere una nueva concreción, cuando se la define a partir de cierta forma de exclusión del extranjero. La democracia, tal y como la Rosseau la piensa, en El contrato social  y otros textos , no se deja separar fácilmente de la noción de patria, de la noción de cercanía, relativa de los ciudadanos entre sí, , de la noción de pertenencia a un suelo común18. Es decir, de la noción de Nación.
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18 Lo que no deja de ser un avance enorme respecto de épocas anteriores, en la que el gens no remitía al suelo, al terruño común, sino a la ligazón de la sangre. Piénsese, a este respecto, a la enorme involución que representó en pleno siglo XX el Nazismo y su concepto patriótico racial; a este respecto, duelen a la vista ya los 25 puntos programáticos del Partido Nacionalsocialista  Alemán de los trabajadores (NSDAP), redactados a inicios de 1920 por Adolf Hitler, y en particular disposiciones que tienden a la exclusión del extranjero, tratado como huésped en un sentido pecliarmenet restrictivo, por ejemplo: "4. Nadie, fuera de los miembros de la Nación podrá ser ciudadano del estado. Nadie, fuera de aquellas  por cuyas venas circule la sangre alemana, sea cual fuere su creo religioso, podrá ser miembro de la nación. Por consiguiente ningún Judío será miembro de la Nación  5. Quien no sea ciudadano del Estado sólo residirá en Alemania como huésped  y será considerado como como sujeto a leyes extranjeras (...) 7. (...) Si no fuera posible alimentar a toda la población del Estado , será indispensables que los residentes extranjeros (no ciudadanos del  Estado) sean excluidos de la Nación 8. Hay que impedir toda inmigración no alemana. Exigimos que se obligue a todo no ario llegado a Alemania a partir del 2 de agosto de 1914 a abandonar inmediatamente el territorio nacional.

De hecho, Rousseau dirige muy severas críticas a "filósofos cosmopolitas" de su tiempo, llegando a afirmar que aquél que ama el género humano en general no ama a nadie en particular, que muchos de quienes se dicen verbalmente cosmopolitas  son incapaces de albergar un mínimo  sentimiento de solidaridad hacia sus conciudadano. Asistimos de esta forma a una especie de contradicción interna, de tensión muy profunda, entre la idea misma de la constitución política democrática y la apertura de esta democracia a un cosmopolitismo. (continuará)
Curiosamente, el cosmopolitismo, es decir, el abandono del privilegio que reserve la denominación de ciudadano para el nativo de la polis, y por consiguiente la extensión de la ciudadanía al mundo entero, no se formara en el marco de la democracia ateniense, sino en el del Imperio. Es tras la disolución de las ciudades y en particular con Alejandro, cuando la noción de cosmopolitismo político se propaga y se propaga al mismo tiempo en el pensamiento filosófico, con la aparición de esa nueva raza, digamos lo asi, de filósofos que son los epicureos y los estoicos, entre el III y el II siglo antes de nuestra era. Los inventores del Cosmopolitismo, es decir, quienes idean eso famoso del “ciudadano del mundo”, de una polis extendida a la tierra entera, son los estoicos: Crisipo y Zenon, que consideran el universo como una sola ciudad, y no privilegian su permanencia a la ciudad griega. Ellos mismos son extranjeros, metecos de origen. En este sentido venían a recuperar, a los filósofos anteriores a la formación de la polis griega, los presocráticos como Anaxagoras, Democrito y sobre todo los pitagoricos que eran filosofos cosmopolitas con un pensamiento a escala mundial, y no a la de los estrechos límites de la ciudad.
Desde esa perspectiva, tenemos acerca de la significación política de la democracia y acerca de la significación igualmente política del cosmopolitismo  reflexiones muy interesantes para trabajar, en las que todas las propuestas utópicas sobre la ciudad, comenzando por la de Platon, (cuya República nos recuerda Scherer es la primera utopía en sentido estricto, modelo para todas las que vendrán después, teóricas o practicas, incluida la que da nombre a esta figura la célebre  Utopía de Tomas Moro), todas las propuestas utópicas se nos muestran como una especie de paréntesis dentro de otro conjunto, que, a su vez  pueden ser vistos como surgido de otro tipo de utopía: un conjunto fundamentalmente cosmopolita, es decir, que considera al ser humano dentro del universo, siendo la ciudad, una ciudad universal donde nada cuenta que el individuo no acepte ya la localización de un centro político especifico, al no conocer más que una sola patria, una sola ciudadanía: la del universo en su conjunto. Esta visión, por cierto, penetrara en cierta medida en todas las utopías modernas, en sus sueños a la vez cosmopolitas y dirigidos hacia la ciudad ideal.
No se trata aquí de resolver esas tensiones, algo que tampoco desea hacer Rene Scherer en ninguno de sus recorridos, sino tan solo de presentar una bipolaridad que lleva siglos en marcha, por una parte, la exigencia de una ciudad ideal, mas o menos amurallada, encastillada , en la que todos –esto es, los ciudadanos en tanto que conjunto por fuerza limitado---lograrían una vida plena y satisfecha en lo económico, lo moral, social, es decir, sensual, pasional, etc; y,  por otra parte, esta tendencia en sentido contrario hacia un cosmopolitismo que extendería el marco  de la ciudad a la grandeza del universo, sin concebir otra ciudadanía que la del mundo. Y es en este balance donde urge establecer una relación entre ambos polos, entre una aspiración a la democracia y una aspiración cosmopolita, sin olvidar que, con Scherer,  nuestro hilo conductor siempre es el concepto de hospitalidad
4) Hay un momento crucial en la historia de la filosofía y del derecho modernos : el pensamiento de Inmanuel Kant relativo a la hospitalidad en su ensayo Sobre la paz perpetua19, donde se trata de la manera en que el cosmopolitismo, o una cosmopolitica puede aliarse con la democracia, pero sobre el plano estricto esta vez de la política internacional. El enunciado kantiano afirma lo siguiente “El derecho cosmopolita debe limitarse a las condiciones de hospitalidad (Wirtbbarkeit) significa el derecho que asiste a un extranjero a no ser tratado hostilmente por el hecho de haber llegado al territorio de otro. Ahora bien, frente a un posible  derecho de huésped Kant reclama mejor un derecho de visita, es decir, un:
                (…)  derecho a presentarse a la sociedad, que tiene todos los hombres en virtud del derecho de propiedad en común de la superficie de la tierra, sobre la que los hombres no pueden extenderse hasta el infinito, por ser una superficie esférica, teniendo que soportarse unos a otros y no teniendo nadie originalmente mas derecho que otro a estar en un determinado lugar de la tierra.

En resumen, el concepto de hospitalidad de Kant sitúa como fundamento de sus nociones de “hospitalidad universal” y de “derecho de visita” se concita aquí con cierta forma de la exclusión asociada a la ciudad. Podría decirse que hay dos derechos que se combaten entre si, : por un lado, un primer derecho,  que en realidad seria el único, es decir: el hombre es ciudadano del mundo: y por otro lado, un segundo derecho que seria el derecho de la ciudad, La ciudad tiene el derecho de aceptar a tal ciudadano y de rechazar a tal otro. Lo que explica, por otra parte,  el carácter limitado y paradójico de la hospitalidad en Kant. Este autor reconoce la hospitalidad en tanto que “derecho de visita”, pero no la reconoce forzosamente en cuanto que derecho de instalación. Ahora bien, hay que poner en contexto histórico esta curiosa distinción, ya que el hecho de reconocer la hospitalidad como derecho de visita, y solo como tal derecho de visita, permite a Kant dedicarse a una denuncia extremadamente pertinente y virulenta de la empresas coloniales europeas, comenzando por la que ya había sido denunciada en tiempos de Montaigne en lo relativo a la conquista del Nuevo Mundo. Hubo en esta conquista, así como  las empresas coloniales de fines del siglo XVIII (recordemos que Kant publica su texto en 1795, 6 anos después de la Revolución Francesa y doscientos diez antes de esta tarde nuestra), hubo, decimos, abuso del derecho de visita, abusos de la hospitalidad. O lo que viene a ser lo mismo, que los exploradores, por llamarlos de algún modo, no se contentaron con visitar, sino que se instalaron: tal es la clave de la crítica kantiana y el modo que se juega su limitación del derecho de hospitalidad.
Ahora bien, en nuestro presente, como resultara evidente, esta limitación tiene su reverso. Porque sirve para justificar los nacionalismos, las exclusiones nacionales, ya que Kant, en su concepción de una  federación general capaz de sostener la paz perpetua, el tema de su obra, considera que no se puede establecer un orden mundial sin tener en cuenta las fronteras de cada Estado. Se precisa un acuerdo federal, pero que conserve las fronteras de cada Estado, los derechos de las naciones. Esta es una idea adoptada por la mayor parte de los sucesores de Kant, a excepción de algunos pensadores utópicos como Proudhon, de lo que puede ser un federalismo que no conozca de naciones, que trate solo de mas pequeñas unidades. Estas muy pequeñas unidades serán las ciudades o villas, o comunas, pero ahora en un sentido plenamente cosmopolita, como el lugar de cruce[p2]  de lo global con lo local, de modo que, como apuntaba Proudhon, cada residente pueda en cada ciudad considerase ipso facto  como ciudadano. Aquí llegaría el concepto de hospitalidad extensa a su máxima e insuperable conclusión,  tanto es asi que terminaría por abolirse. Y se aboliría porque Proudhon aflora explícitamente que “ya no se trata de la hospitalidad sino del derecho. Desaparecería así toda reivindicación de hospitalidad en las márgenes del derecho, al volverse la hospitalidad el derecho mismo.
En fin, hasta aquí hemos tratado de esbozar muy esquemáticamente uno de los recorridos que René Scherer hace a través de la historia mostrando las tensiones que, en torno al eje conceptual de la hospitalidad, han desarrollado dos grandes tendencias del pensamiento político, la autonomía de las ciudades por un lado , el cosmopolitismo o el universalismo por otro, y la conjunción de ambas ideas en el principio federalista, anarquista( estos son los conceptos que utiliza Proudhon) que implicaría la disolución de esas unidades fácticas del Poder que son las naciones y los Estados.
Nos resta, con todo, exponer también muy sucintamente la postura que, respecto de nuestra actualidad, sustenta Rene Scherer, a modo de conclusión sobre el anterior recorrido histórico a través de ciertas ideas políticas. En primer lugar, Scherer nos diría que el devenir derecho de la hospitalidad, como quería Proudhon, seria indudablemente positivo, dada la realidad contemporánea de negación generalizada o rechazo sin más de la hospitalidad. Insistir sobre esta exigencia de transformación de la hospitalidad en derecho seria una tarea en curso, inagotable, que habría que defender en cada caso particular. Es preciso hablar el lenguaje del derecho para mostrar que no se trata en ningún caso de defender una hospitalidad particular, pintoresca, graciosa, gratuita o arbitraria, sino que se trata más bien del derecho de todo individuo sobre el planeta a optar por tal o cual residencia, por tal o cual nacionalidad. Pero existe un punto no abordado por la noción de federalismo anarquista de Proudhon, que es el de las masas, los pueblos, los individuos, las etnias, que no aspiran particularmente al derecho de ciudadanía, Porque su situación histórica, social y estratégica no conviene a la inserción en tal derecho, ni siquiera a la integración en una ciudad dada Y aquí es donde nos damos de bruces con un problema que es cada vez más el de nuestra época, el de nuestro siglo XXI: el de las poblaciones que no pertenecen, a naciones perfectamente formadas y que no aspiran a entrar en el marco de las naciones adoptando la figura de un Estado. Por ejemplo, los nómadas, tantos y tantos pueblos como en Europa, y otros lugares nunca llegaron a sedentarizarse en torno a una ciudad o a un Estado determinado, como los zíngaros, los gitanos o innumerables pueblos nativos, presentes un poco por todas partes, pero sin querer ser fijados, en determinado lugar. Pero es también el problema de los desplazados, por motivos bélicos, a veces de pura supervivencia étnica, o por motivos políticos, o económicos. Y es el de las grandes migraciones, interiores en el marco de muchas naciones, desde el campo a la ciudad, constituyendo una especie de  nomadismo urbano, que no afectara solo a los ”sin-hogar” o “sin-abrigo”, con los problemas subsecuentes, de aislamiento, miseria, marginación, etc, que los rodea, sino tambien a aquellos, cuyo modo de vida no implica necesariamente una residencia permanente.
En tales casos donde la noción de hospitalidad puede actuar de una manera muy precisa, quizá no contra el derecho, pero si muchas veces sobre sus márgenes, A esta noción, de nómada, nómada étnico, nómada político, nómada urbano, que va adquiriendo cada vez más relevancia en la historia europea, pero también planetaria, las sociedades modernas, sin prohibir por completo su desplazamiento por unas u otras fronteras, tratan con cada vez con mayor tenacidad de poner un límite, incluso en el sentido del derecho de visita. Por poner un ejemplo, las medidas impuestas por numerosos alcaldes para desproveer del suelo de sus ciudades a los vagabundos, a los nómadas, a los parias, a los mendigos, a los sin techo, entran precisamente en el marco de esta negación de hospitalidad que es la vez una negación del derecho y un desconocimiento de cierto tipo de existencia s que no entran exactamente en el orden de la sedentariedad. El problema, uno de los problemas fundamentales de la política urbana, de la política social contemporánea , tanto como de la política internacional, , no solo reclama reflexionar sobre la situación de tales nomas o de tales pueblos cuya localización resulta imprecisa, sino también repensar , a la manera en que lo hacía Kant, , todo el cuerpo del pensamiento político,  la concepción misma de lo que podría llamarse la habitación de la tierra, el devenir humano de la tierra, su llegar a ser habitable, en torno a cuestiones que al día de hoy pueden parecernos marginales, incluso excepcionales, pero que ---si no se remedia--- van a ir ocupando un lugar cada vez mas central en nuestra realidad cotidiana. Poblaciones excluidas, poblaciones desarraigadas, poblaciones refugiadas, poblaciones expatriadas, poblaciones desplazadas, poblaciones marginadas, poblaciones desposeídas, poblaciones sin presente ni futuro,  ocupan un lugar cada vez más grande en la política, , tanto interior como exterior, (no diremos en relación a que centro), de normalización del ya hace rato llamado nuevo orden mundial, tal y como va definiéndose en un marco geopolítico todavía incipiente, y nos indican clara, diáfana y precisamente cual es o ha de ser el lugar urgente hoy, aquí y ahora, de la reflexión filosófica, Por ello, podríamos concluir  con René Scherer apuntando a que la reflexión en torno a la hospitalidad ha de ser re-orientada. Evidentemente, se tratara de un concepto, de hospitalidad en sentido extenso. Tal como fue fundado,  como fue aportado en la edad moderna por Kant, resulta ser un concepto valido, interesante, sugestivo. Pero manejarlo de manera automática y no analítica, sin darle el desarrollo y la crítica interna que precisa, sería volverlo inoperante a plazo corto, algo que posiblemente no podemos permitirnos ya. Podremos servirnos del mismo en calidad de orientación o directriz, pero ciertamente nuestra tarea, será modificarlo, estudiarlo y adaptarlo a las necesidades y urgencias de nuestra realidad presente. Debe servir para sugerirnos en todo caso soluciones nuevas a problemas que vienen de lejos, pero que hoy mas que nunca nos solicitan con fuerza, en sentido etimológico: remueven el mismo suelo que pisamos.
El gran poeta judío Edmond Jabes dice en su bello  Libro de la hospitalidad que “Mas acá de la responsabilidad está la solidaridad; mas allá, esta la hospitalidad”, asi como a seguido nos asegura que “la responsabilidad agrava, la hospitalidad aligera”. Quien les habla, negado por pura incompetencia, y hasta falta de oídos para las sutilezas poéticas, tendrá que conformarse con el triste y hasta tétrico, pero también alegre, y esperanzado (porque no: todo depende del lugar desde el que se mire o adonde el viento nos lleve)papel del profeta, para así decir que nuestro siglo XXI será el siglo de la hospitalidad absoluta y universal o el siglo de una violencia inaudita en las viejas cuentas de la historia.
https://www.youtube.com/watch?v=228zQmpdbI4#t=586

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  1. Coincido plenamente con las argumentaciones del Sr. Almada, porque el símbolo, la memoria debe estar allí, para que nunca más nadie en el mundo se atreva a utilizar la dictadura para asesinar personas por intereses, ideas o recursos que beneficien a uno en detrimento del más débil como hoy esta ocurriendo con los miles de refugiados en Europa fruto de la globalizacion, destrucción de recursos naturales, saqueos de las corporaciones globales que responden a esa dictadura militar que fue mano ejecutoria para su expansión económica y colonizadores física y mental en América Latina y países ricos en recursos naturales que los mismo s saquearon y destruyeron... por ese motivo el mundo debe oponerse a la destrucción de estos símbolos de la dictadura más sanguinaria y cruel para que se instale esta globalización criminal y déspota... donde es hora que se decobsyruyan las fronteras de la tierra para los seres humanos y no sólo para los productos y corporaciones satélites estructuras de recursos naturales, de todo ser vivo... que emerja la voz del planeta, el mundo para que no eliminen los rastros de los asesinos de la dictadura militar en Paraguay y América Latina. Por ello consideró que la mansión de los Stroessner réplica de la casa Blanca no sea demolida como otros simbolismo lugares, edificios donde se torturaban

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