martes, 15 de octubre de 2013

La antifisis Judeo Cristiana y el inicio del capitalismo de Jean Baudrillard en su libro "Espejo de la Producción"

La antifisis Judeo Cristiana y el inicio del capitalismo de Jean Baudrillard en el "Espejo de la Producción"

23 de Julio de 2012 a la(s) 19:32
 Se van a sorprender de saber …lo que nunca van a leer ni escuchar por nuestros medios escritos, televisivos ni radiales, la qui de la cuestión, quienes están detrás de esta lucha encarnecida de un modelo que explota por todos lados….causantes en el origen de la destrucción de nuestro planeta…

Pagina 64, 65 y 66 del libro de Filosofía de Jean Baudrillard “El espejo de la producción (editorial Gedisa)

La antifisis judeo-cristiana

Esta separación de la Naturaleza bajo el signo del principio de producción se realiza en toda su amplitud por el sistema de la economía política capitalista, pero no surge con ella. Nació en la disociación judeo-cristiana del alma y la Naturaleza. Dios creó al hombre a su imagen y creó la naturaleza al uso del hombre. El alma es ese centro espiritual por donde el hombre es a imagen de Dios y se distingue radicalmente de todo el resto de la naturaleza (y de su propio cuerpo): “Particularmente en su forma occidental, el cristianismo es la religión más antropocéntrica que el mundo haya conocido jamás. El cristianismo no solo instituye, en absoluto contraste con el paganismo antiguo y las religiones orientales, un dualismo del hombre y la naturaleza, sino que afirma, por otra parte, que es la voluntad de Dios que el hombre explote la Naturaleza de acuerdo con sus propios fines”. (Sciencie,marzo de 1967.)
Ahí comienza la racionalidad, Fin del paganismo, del animismo, de la “inmersión” mágica del hombre en la naturaleza: todo esto es reinterpretado como superstición (el marxismo “racional”, por su parte, también lo reinterpretó como desarrollo “rudimentario” de las fuerzas productivas). De este modo la ciencia, la técnica, la producción material podrán entrar luego en contradicción con el orden cultural y los dogmas del cristianismo; su condición de posibilidad sigue, no obstante, el postulado cristiano de la trascendencia del hombre sobre la naturaleza. De allí que no haya sido en Grecia donde emergió un movimiento real de la ciencia: La racionalidad griega permanece  fundada en una conformidad con la naturaleza, de la que se distingue radicalmente la racionalidad, la“libertad”cristiana fundada en la separación entre hombre y naturaleza, y en la dominación de ésta.
Tal separación no funda de inmediato una ética del trabajo (de la dominación material, de la producción) sino una ética de la ascesis, el sufrimiento, la mortificación, una ética “extramundana”, según la expresión de Max Weber, de la sublimación. No hay moral productiva, por lo tanto, pero ya se perfila cierto orden: la salvación se “gana”, es una empresa individual. El paso del modo ascético al modo productivo, de la mortificación al trabajo, de la finalidad de la salvación a la finalidad, secularizada de las necesidades (con la transición puritana de comienzos del capitalismo, en que el trabajo, y el calculo racional tienen aún el carácter de una ascesis _intra-mundana_ y de una perspectiva de salvación), nada cambia en el principio de separación y sublimación, de represión (refoulement) y violencia operativa. Salvación o trabajo, desde ahora nos hallamos en el reino del fin y los medios.
De las prácticas ascéticas a las prácticas productivas (y de éstas a las prácticas consumistas), hay pues resublimación, pero la resublimación nunca es, como se sabe, sino una metamorfosis de la sublimación represiva. La dimensión ética se seculariza bajo el signo de la dominación material de la naturaleza.
El cristianismo se encuentra, por lo tanto, en el centro de una ruptura de los intercambios simbólicos, En él se dibuja la forma ideológica más adecuada  para sostener la explotación racional e intensiva de la naturaleza4, según una larga transición que va de los siglos XIII/XIV, cuando el trabajo comienza a imponerse como valor, hasta el siglo XVI, cuando se organizan en torno a él, en torno a su esquema racional y continuo, a la generalización secular del axioma cristiano en cuanto a la naturaleza, la empresa productiva capitalista y el sistema de la economía política. Pero esta revolución del cálculo racional de producción, subrayado por Weber, no es inaugural: está prefigurada en el corte del cristianismo. La economía política es una especie de potencialización de dicho corte.

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4 Aunque continuamente lo hayan atravesado corrientes contrarias, heréticas, siempre ligadas, en su movimiento de oposición, a un “naturismo”, a una rehabilitación de la naturaleza, aun más allá  del cristianismo generalmente expresado por una nostalgia de los orígenes de éste. Desde San francisco de Asís y su angelismo crístico (todas la criaturas cantan a Dios, etc.)
-pero es sabido que San Francisco fue una suerte de operación contraataque de la Iglesia Católica, operación que apuntaba a desactivar las herejías cátaras y panteístas, en que, por entonces, todo el mundo occidental amenazaba caer- a Spinoza y su sutil e impío panteísmo (en la naturaleza Dios está en todas partes, por lo tanto no está en ninguna), y a todas las sectas adánicas que predicaban el repudio del trabajo  y la resurrección de los cuerpos y soñaban con abolir la propia finalidad del orden cristiano (su principio de transcendencia y sublimación) en su exigencia inmediata de fin del mundo y de paradise now; contra toda esa herejía milenaria, naturalista y panteísta, mística y libertaria,  la iglesia siempre defendió, al mismo tiempo que el corte inaugural con la naturaleza, una moral del esfuerzo y el mérito, del trabajo y las obras, paralela a la evolución del orden de producción y ligada a la dimensión política del poder.

2 comentarios:

  1. Le ruego me permita publicarlo en mi blog, por favor, es muy interesante, lógicamente, mencionando el crédito

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    1. Ok Enrique Ramón Galeano, lo compartí para ello, para que colectivamente generemos conocimiento...

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