sábado, 13 de diciembre de 2014

EL ASOMBRO EN FILOSOFÍA A PARTIR DE HEIDEGGER*


 *EL ASOMBRO EN FILOSOFIA A PARTIR DE HEIDEGGER que fuera una ponencia leida por Antonio Tudela Sancho en la V semana Filosofico cultural del instituto de Estudios Humanisticos y Filosoficos (ISEHF)de Asuncion, (Paraguay), el 13 de octubre de 2005.

Considero importante tener que compartir esta ponencia que relata Tudela Sancho en su libro de ensayo 9 textos sin lugar,  tema de una de sus ponencias en Paraguay, ensayo que reúne todas las conferencias desarrolladas a lo largo de tres años 2005.2006 y 2007 en Argentina y Paraguay, conferencia en las cuales pude participar en muchas de ellas, teoria y filosofias que fueron base del desarrollo del programa del Tekopora ha Rekojoja  Rekavo que me llegaron profundamente, y me permitieron crear espacios para expandir mis redes sociales a nivel global, en la busqueda de respuesta a un profundo asombro  que mi experiencia en la vida me generaba,  muchas interrogantes, a muchos cuestionamientos del porque, gracias a estos espacios de intercambio teorico practico logre crear y desafiar mis miedos para emerger en una multiplicidad de otros...por ello considero importante compartir este tema de la ponencia de Antonio Tudela EL ASOMBRO EN FILOSOFIA A PARTIR DE HEIDEGGER.

EL ASOMBRO EN FILOSOFIA A PARTIR DE HEIDDEGER*
Quisiera hablarle de un texto, a partir de un texto, con ocasión o bajo el pretexto de un texto, que no será otro que el breve texto de Martin Heidegger, ¿Qué es esto, la filosofía?21 En dicho texto que es el de una conferencia pronunciada por su autor en los celebres coloquios de Cerisy - la - Salle, Normandía francesa, en agosto de 1955, como introducción a un dialogo, Heidegger, entre otras muchas cosas que tienen que ver con el origen griego de la filosofía, habla del asombro, del viejo Ɵαʋцά ᶅξν que ya se encontraba en germen entre los pensadores presocráticos, pero que Heidegger toma a partir de Platón y de Aristóteles; concretamente, cita Heidegger  el dialogo platónico Teeteto (155 d), donde se nos dice lo siguiente:

Es muy propio de un filosofo, esto, el πάθος   —el asombro; no hay otro origen de la Filosofía que predomine mas que ese.

Y Hidegger añade que, en cuanto a πάθος, el asombro es el autentico άρχῄ de la filosofía, en su sentido más pleno, esto es la matriz, el origen, el lugar del que sale algo. Pero este de  ‹‹de donde››, este lugar del que saldría la filosofía no es algo que se abandone al salir, como podría serlo la casa de ustedes cuando cada mañana acuden a las aulas, sino que tal ‹‹de donde››, tal άρχῄ que es, les recuerdo , el πάθος o el asombro, se convierte al mismo tiempo en aquello que domina. Heidegger lo explica con un ejemplo precioso y de claridad meridiana:

El πάθος del asombro no está al comienzo de la filosofía simplemente como, por ejemplo, el lavarse las manos precede a la operación del cirujano. El asombro sostiene y domina la filosofía.

La misma idea, se encontraría, nos dice Heidegger, en Aristóteles. En suma, el asombro de la filosofía no sería una suerte de fascinación ante lo desconocido o lo que se nos presentaría como novedoso, de modo que estuviera llamado a desaparecer, o a disminuir, a amenguarse, una vez que nos apropiamos por el conocimiento o el uso de lo antes desconocido o novedoso y ya no tal. No sería, por ponerles un ejemplo, un asombro del tipo que tenemos ante una lengua que ignoramos y nos atrae —donde, por tanto, el asombro o fascinación seria causa de nuestro estudio de dicha lengua—, pero que necesariamente desaparecerá en cuanto lleguemos a dominar esa lengua, en cuanto nos la apropiemos tanto como podemos decir que nos apropiamos de una lengua.
21Martin Hidegger, ¿Qué es esto, la filosofía?, de la que hay una traducción al castellano realmente encomiable, por muchos motivos, debida al prof.  Víctor Li Carrillo, Lima , Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1958. Con todo, emplearemos aquí, en nuestras citas (cuya paginación omitiremos en el texto), otra versión ¿Que es eso de la filosofía? , en Martin Heidegger, ¿Qué es filosofía?, trad., estudio, notas y comentario de textos a cargo de Jose Luis Molinuevo, Narcea, Madrid, 1980₂, pp-44-68.

No. Si así fuera, el asombro en filosofía solo sería un impulso, un aliciente para poner en marcha el pensar filosófico mismo, pero superfluo, prescindible, descartable una vez que la filosofía marcha por su camino.
                Muy al contrario, el asombro, como άρχῄ, domina cada paso de la filosofía. Es πάθος, como nos dice Platón, pero no en el sentido moderno y más popular hoy día, πάθος como pasión, furor, ímpetu, como cuando decimos que alguien siente pasión o es un apasionado, por ejemplo de un determinado equipo futbolístico. El πάθος  del asombro nos remite más bien, señala Heidegger, al verbo πάσχιν que significa en griego sufrir, padecer, soportar, sobrellevar, dejarse llevar o influir por algo. Este sentido, más originario que el anterior, les debe de sonar a ustedes, porque es el de la llamada ‹‹pasión›› de Jesucristo en la cruz. En realidad Heidegger, emplea un término equivalente en alemán: la voz Stimmung, en un sentido muy especifico (que aúna la disposición o Gestimmbeit y la determinación o Bestimmbeit) que se puede traducir al castellano por ‹‹temple de ánimo››, o cierto modo por templanza. Aunque uno se atrevería a traducirlo en sentido deleuziano por ‹‹deseo›› o por ‹‹disposición deseante››, pero dejemos esto para otra ocasión. Stimmung, por tanto o temple de ánimo, asombro o pasión, tanto da: se trata de un modo peculiar de la palabra, del decir, del pensar, que nada tiene que ver con el de las emociones o los sentimientos, sean estos cuales fueren. Las propias palabras de Heidegger resultan de un rigor insuperable, de modo que lo mejor es acudir a su cita, aunque sea un poco larga:

En cuanto dispuesto y determinado, el corresponder esta esencialmente en un temple de ánimo. Por eso,  nuestro comportamiento esta en cada caso acompasado de una forma u otra. Entendido así, el temple de ánimo no es una música de sentimientos que afloran casualmente, que solo acompañan al corresponder.  Al caracterizar a la Filosofía como el corresponder  dispuesto, de ningún modo queremos entregar el pensamiento al cambio casual y a las oscilaciones de estados emocionales. Se trata, más bien, de señalar únicamente que toda precisión en el decir se basa en una disposición del corresponder , de la correspondance  [correspondencia]—en el prestar atención a la llamada.


                De este texto, basta por ahora, con que retengan ustedes la última expresión, donde se dice lo de ‹‹prestar atención a la llamada››.
Toda precisión en el decir se basa en un prestar atención a la llamada. Ahí la disposición y la determinación, el temple de ánimo,  la stimmung, el πάθος  la pasión, el θαυμάῐὲιν, el asombro en definitiva. Se trata de tener oído, de prestar atención a la llamada, de no distraerse, de tener disposición a cada momento para la pregunta, la cuestión, la duda.
                Mas, asombro, ¿de qué, ante qué?
El origen de la filosofía esta en el viejo asombro de los hombres ante el ente, ante el hecho de que es, y de que es así y no de otra manera. Asombro inagotable porque άρχῄ de la filosofía, y no solo origen, y asombro que ejerce en nosotros, nos dice Heidegger, un movimiento que a su vez puede desdoblarse: por un lado, en el asombro nos contenemos, es decir, retrocedemos ante el ente, ante el hecho de que es y de que es así; pero al mismo tiempo que retrocedemos y nos contenemos ante el Ser del ente, ese mismo movimiento del asombro nos arrebata, nos atrapa, nos encadena precisamente ante aquello que retrocedemos. Por esto el asombro resulta inagotable, no se detiene en la parálisis de una contención primera ni se consume en el impulso de atracción que le sucede. ‹‹El asombro —nos dice Heidegger— es así la dis-posición  en la que y para la que se abre al Ser del ente››. Que sea el ente en cuanto es, es pues, una pregunta que no cerraran los griegos de una vez por todas, sino que en su movimiento griego, en sus formas especificas de corresponder, de dar correspondencia al Ser del ente, posibilitaron —mejor dicho: determinaron, porque el asombro es a la vez disposición y determinación— que el pensamiento se planteara cada vez de un modo nuevo la pregunta recibida, en un dialogo sin termino a lo largo de las distintas épocas.
Pero como no quiero cansarles, vamos a dejar por aquí a Herr  Martin Heidegger un momento, para plantear muy superficialmente algunas cosas acerca del asombro. En este sentido, no voy tampoco alejarme demasiado del título de mi disertación, que es apropósito un titulo ambiguo, ya que ‹‹El asombro en filosofía a partir de Heidegger ››, y precisamente en esa particular expresión, ‹‹a partir de››, que tantas cosas puede significar o dar a entender, si prestamos atención a su llamada, a su convocatoria, deja abierta la puerta, que aquí no será una ‹‹una puerta cerrada›› a mi fuga.
Me fugo, pues, de Heidegger, para plantearles a ustedes algunas posibilidades del asombro a partir de lo que no sea el asombro. Es decir, tratare de aproximarme mediante el viejo recurso de la definición negativa.
En primer lugar parece claro que el asombro no es el pasmo, la sorpresa, el susto: ya hemos apuntado que nada tendría que ver el asombro con un afloramiento casual de los sentimientos o una oscilación de las emociones; por tanto tampoco se tratara de estos aparentes sinónimos extremos, mas propios del cine de miedo o de terror, al que evidentemente acudimos para comer palomitas de maíz (como si por otra parte, dicho sea de paso y entre paréntesis, pudiéramos buscar el asombro, llamarlo nosotros, cuando se trata justo de lo contrario: de prestar atención, de no distraernos, de disponer los oídos a su llamada).
En segundo lugar, también habrá que separar el asombro de otro concepto complejo y muy sugerente, que es el que Sigmund Freud estudia en su célebre articulo de 1919 Das Umheimliche₂₂, esto es, la extrañeza, lo extraño, traducción que hay que preferir (pero solo a ratos) a la clásica de lo siniestro.
http://www.scb-icf.net/nodus/contingut/article.php?art=248&pub=5&rev=35&idsubarea=14 No hay tiempo, ni este es el lugar adecuado para entrar en detalle en este importante concepto, que Freud toma de Schelling y de Hoffmann, pero baste con dar alguna nota rápida sobre su intraducibilidad. Porque, como resulta sabido, en el análisis lingüístico que lleva Freud acabo, lo unheimlich remite a su voz matriz, de la que es antónima: lo heimlich, término que posee una gran ambivalencia semántica, al participar por igual, de dos series significativas bien distintas, próximas y lejanas entre sí a un tiempo. Lo heimlich comprende así, por una parte, lo intimo, lo familiar, lo propio de la casa, lo no extraño, lo cotidiano, dócil, confidencial y confortable, lo que recuerda al hogar, etc. Piénsese en que su raíz sustantiva, Heim, designa en Aleman eso precisamente: el hogar, la casa…
Pero por otro lado, heimlich expresa también la idea de lo secreto, lo oculto, lo escondido o disimulado, lo que no se desea que otros puedan advertir, lo que se sustrae a la vista, lo no manifiesto etc. Con esto, afirma Freud, resulta que heimlich posee entre sus numerosos matices uno en el cual coincide con su antónimo unheimlich, voz opuesta en efecto respecto del primer grupo representativo de heimlich, pero no contraria al segundo. E introduce una nota muy inquietante de Schelling según la cual unheimlich seria todo lo que, debiendo haber permanecido en secreto, oculto…, no obstante se ha manifestado. Lo unheimlich entonces puede entonces traducirse ‹‹traducirse›› como lo inquietante, lo extraño. En cierto sentido, desplazado, lo inhabitable. Designaría la extrañeza que nos impacta emocionalmente cuando algo que hasta ahora se creía familiar en realidad, como algo desconocido, extraño (unheimlich). Algo secreto, que debía permanecer oculto, sale a la luz, se revela, se manifiesta: caen los velos extendidos

₂₂ Sigmund Freud, ‹‹Lo siniestro›› en Obras completas, Biblioteca Nueva, trad. de Luis Lopez – Ballesteros y de Torres, Madrid, 1974, Tomo VII, pp. 2483-2505

sobre lo que hay sobre los inmanente, la experiencia, por ejemplo, del desplome súbito de la confianza en lo que (o en quien) se creía familiar, próximo, y resulta ser en realidad lejano, extraño. Demasiado tarde siempre, contra todo pronóstico y sin mediar previo aviso alguno, Freud ilustraba tal experiencia refiriéndose a un célebre cuento de Hoffman, El arenero. Por ofrecer también nosotros un ejemplo ilustrativo a la manera de Freud, señalaremos la de una obra más reciente, un episodio de esa magistral fabula, verdadera joya de la ‹‹ciencia ficción››, que es de Marcial Chronicles (1950), de Ray Bradbury ₂₃. http://universodecienciaficcion.blogspot.com/2014/01/1950-cronicas-marcianas-ray-bradbury.html Se trata del pasaje que relata el arribo a Marte de la tercera expedición terrestre (conocedora del hecho de que las dos anteriores no regresaron jamás de sus respectivas misiones). Los hombres del capitán John Black pisan suelo marciano y se encuentran… en pleno Green Bluff, pueblito de Illinois, U.S.A, lo cual corroboran sus apacibles habitantes a los expedicionarios. ¿La época?, el pasado:1926.
Alli encuentran los cosmonautas a sus abuelos, padres, hermanos, a todos sus seres queridos ya difuntos, que les reciben con los brazos abiertos, emocionados, llorosos de alegría, al tiempo que afirman estar allí, desde el momento en que murieron. Y no se trata del Cielo, sino de un mundo que les ofrece una ‹‹segunda oportunidad››. Los miembros de la expedición olvidan donde se supone que están  y lo que los llevo hasta allí: se dispersan cada uno va a pasar la noche a la casa de su infancia, con su familia reencontrada. Y en la suya, el capitán John Black, que tras la agitación de los encuentros atraviesa la duermevela en su antiguo dormitorio, junto a su hermano de otros tiempos, comienza a intuir la verdad… ¡Demasiado tarde¡ Es eliminado por su ‹‹hermano››, como los restantes hombres de la expedición lo son por sus respectivos ‹‹familiares››: no otros, realidad, que los astutos marcianos, quienes recurrieron a este hábil engaño hipnótico para preservar su mundo.

                Fin del ejemplo de Bradbury, pero ya les digo que, pese al tiempo que le hemos dedicado a la extrañeza, a lo extraño o siniestro en el sentido feudiano, el asombro nada tiene que ver con ello.
¿Con que entonces? Vuelvo a la filosofía , y a cierta filosofía heideggeriana o ‹‹a partir de››  Heidegger. Me refiero a otro pensador contemporáneo, lector atento de Herr Martin: el francés Jack Derrida.  Y más en concreto, a un divertido párrafo (divertido para quienes nos interesamos por la filosofía, y más en concreto desde posiciones en deuda con este autor) de su obra. El monolingüismo del otro, donde habla medio en broma medio en serio del reproche que algunos filósofos lanzan contra otros (sean estos filósofos o no) de caer por atolondramiento en ‹‹contradiccion performativa››. Pero mejor les cito a Derrida:

¿A quién se dirige a menudo el reproche de ‹‹contradicción performativa››, hoy con toda precipitación? A quienes se asombran, a quienes se hacen preguntas, a quienes a veces se creen en la obligación de preocuparse por ello. Algunos teoricos alemanes o angloamercanos creyeron encontrar allí una estrategia imparable; incluso llegan a hacer una especialidad de esta arma pueril. A intervalos regulares, los vemos apuntar la misma critica en dirección a tal o cual adversario, de preferencia un filosofo de lengua francesa. También puede suceder que algunos  filósofos franceses  importen el arma o le impriman una patente nacional cuando tienen los mismos enemigos, ‹‹enemigos del interior››. Se podrían dar muchos ejemplos. Esta panoplia infantil no entraña mas que un solo y pobre dispositivo polémico. Su mecanismo se reduce, poco más o menos, a esto: ‹‹¡Ahᵎ Usted se hace preguntas con respecto a la verdad; pues bien, en esa misma medida no cree aun en ella, impugna su posibilidad. ¿Cómo quiere entonces que se tomen en serio sus enunciados cuando aspiran a alguna verdad, comenzando por sus supuestas preguntas? Lo que usted dice no es cierto porque cuestiona la verdad, vamos, usted es un escéptico, un relativista, un nihilista, ¡no un filosofo serioᵎ Si sigue así, lo pondrían en un departamento de retorica, o literatura […]››.₂₄
           Nos hemos acercado aquí, por tanto, al tema del asombro —y a los peligros que lleva
consigo por parte de cierto sector del gremio— entendido como hacerse preguntas o encadenar las preguntas, unas sobre otras, preguntar sobre la pregunta, de modo permanente, inagotable, porque inagotable es el caudal puesto en marcha por el viejo asombro griego. Les recuerdo que Heidegger hablaba de la necesidad de prestar atención

₂₄ Jacques Derrida, el monolingüismo del otro o la prótesis de origen, trad. de Horacio Pons, Buenos Aires, Manantial, 1997, pp. 16 -17.

             A la llamada, de tener oídos y disposición para corresponder. Derrida habla, de quienes se asombran, de quienes se hacen preguntas y se creen en la obligación de preocuparse por este extraño, asombroso quehacer que es el de quienes por toda correspondencia en el decir solo buscan nuevas preguntas, nuevas direcciones, nuevos llamados que recorrer en el inagotable cuestionar filosófico.
             Por esto si tuviéramos que escoger un término parecido al de asombro quizás nos decidiríamos por el de ‹‹conmoción››. En el sentido de que el asombro, la pregunta por el Ser del ente , en su doble movimiento heideggeriano de contención o retroceso a la par que de arrebato o atracción hacia el frente , nos conmueve o, por expresarlo con una voz mas rigurosa , nos solicita,  en el sentido clásico, latino,: solicitar, solum citare es decir mover el suelo, quitar el suelo debajo de los pies, al modo en que las películas, se tira de una alfombra para hacer caer a alguien. El asombro nos mueve el suelo, nos solicita, incluso en la acepción moderna, porque —volveremos a repetirlo— nuestro temple de animo ha responder a una llamada, prestar oídos a una solicitud.
Le voy a ir dejando por aca, ya que supongo rozan ustedes el hartazgo en mi escucha y sueñan con un receso en la mañana (aunque quizás haya tiempo antes para un debate), o mejor, para poner en marcha la maquinaria de las cuestiones).

Entre las muchas lagunas que me he dejado, en ese exceso de tinta que resta en el tintero, hay algo, sin embargo, que a ustedes debe de rondarles por la cabeza. Una suerte de preguntas parecidas a estas: ‹‹Pero, profesor, todo eso es muy teórico, se entiende a medias ¿No podría hablar mas en concreto? ¿De que podemos asombrarnos hoy, ahora? ¿Cuál es esa llamada del Ser de las cosas a las que tenemos que prestar atención? Mas aun, con todo el bombardeo de la actual sociedad de la información, con sus radios, sus televisiones, sus mil canales de prensa, internet, etc.. ¿es posible aun siquiera asombrarse? ¿No estamos vacunados  ya contra todo asombro?››.
Vamos yo me pregunto por ustedes, y no me voy a responder, lo que en el sentido ideal de mi retorica significa que tampoco les voy a responder a ustedes, si me hacen las preguntas que acabo de poner en sus bocas. Pero si deseo terminar con una larga cita, otra más, mas no la de un filosofo, sino un hombre de letras, un novelista francés de origen polaco y de los años sesenta que se llamaba, que se llama y llamara George Perec. La cita pertenece, sin embargo, a un ensayo suyo, que lleva por título precisamente una pregunta ¿Aproximación a qué? Les leo sin mas esta larga cita de Perec que quiero compartir aquí y ahora con ustedes:
                   Lo que nos habla, me parece, es siempre el acontecimiento, lo insolito, lo extra-ordinario cinco columnas en la tapa, grandes titulares. Los trenes solo empiezan a existir cuando  descarrilan y cuantos mas viajeros muertos , mas existen los trenes, los aviones solo acceden a la existencia cuando son desviados, los autos tienen por único destino chocar contra los platanos 52 fines de semana por año, cincuenta y dos balances: ¡Tantos muertos¡  y tanto mejor para la información si las cifras no cesan de aumentar . Es necesario que detrás de un acontecimiento haya un escándalo, una fisura, un peligro, como si la vida solamente debiera revelarse a través de lo espectacular, lo que habla, como si lo significativo fuera siempre lo anormal, cataclismos naturales o conmociones históricas, conflictos sociales, escándalos políticos…
                   En nuestra precipitación por medir lo histórico, lo significativo, lo revelador, no dejemos de lado lo esencial, lo verdaderamente intolerable, lo verdaderamente inadmisible: el escándalo no es el grisú, es el trabajo en las minas.  Los ‹‹malestares sociales›› no son ‹‹preocupantes›› en periodos de huelga, son intolerables veinticuatro horas por dia, trescientos sesenta y cinco días al año […]
                   Los diarios hablan de todo, salvo de lo diario. Los diarios me aburren, no me enseñan nada, lo que cuentan no me concierne, no me interroga y, de antemano, no responde a las preguntas que hago o que quisiera hacer.
                   Lo que pasa realmente, lo que vivimos, el resto, todo el resto,  ¿dónde está?
                   ¿Cómo dar cuenta de lo que ocurre cada dia y vuelve a ocurrir cada dia, lo banal, lo cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, lo infraordinario, el ruido de fondo, lo habitual? ¿Cómo interrogarlo? ¿Cómo describirlo?
                   Interrogar lo habitual. Pero, justamente, estamos habituados a eso. No lo interrogamos, no nos interroga, no parece constituir un problema, lo vivimos sin pensar en ello , como sino fuera portador de ninguna información. Ni siquiera es condicionamiento, es anestesia. Dormimos nuestra vida, con un sueño sin sueños . ¿Pero donde esta nuestra vida? ¿Dónde está nuestro cuerpo? ¿Dónde esta nuestro espacio?
                   Como hablar de esas cosas ‹‹comunes››, más bien como acorralarlas, como hacerlas salir, arrancarlas de la corriente en la que permanecen sumergidas, como darles un sentido, una lengua que hablen finalmente de lo que existe, de lo que somos. […]
                   Interrogar lo que tanto parece de suyo que ya hemos olvidado su origen. Volver a encontrar algo de la sorpresa que podían experimentar Julio Verne o sus lectores frente a un aparato capaz de reproducir y de transportar los sonidos. Porque esa sorpresa existió y miles de otras y son ellas las que nos han modelado. […]₂₅


₂₅ Georges Perec, ‹‹¿Aproximación a que? En L´infra-ordinario, cit en George s Perec, Tentativa de agotar un lugar parisino , trad. de Jorge Fondebrider, ‹‹Cronologia›› final a cargo del trad., Beatriz  Viterbo Editora, Rosario, 1992, pp. 77 - 79




















lunes, 1 de diciembre de 2014

¿Que debemos hacer para dejar de vivir con miedo?

Apagar la tele, pues la tv comercial es una estrategia creada para generar miedo, pánico al otro, para que no tengamos confianza uno al otro. Miedo que producen sus noticias fuera de contexto y películas seleccionadas y creadas estrategicamente para generar miedo y odio al otro, es una estrategia política para mantener floreciente la política del mercado capital neo liberal salvaje y criminal,
Y así las multinacionales y transnacionales financian este tipos de  tv comerciales que nos tendrán divididos entre los seres humanos, muchos idiotizados para no pensar y soñar ser libres.

Así ellos crean el escenario propicio, el contexto para saquearnos y destruir todos nuestros recursos naturales sin aportar ningún beneficio social por destruir la vida, la equidad y la justicia social no sea un tema de interés en la agenda política de las personas, en sus diálogos comunes y cotidianos.

El miedo es un invento creado por ellos a través de los objetos tangibles o intangibles llamadas noticias fuera de contexto, para controlarnos y saquearnos todas nuestras hiper riquezas naturales, se apropiaron ellos el imperio, de lo que es nuestro, nuestro  beneficio se llevan ellos gratuitamente,  a través del temor que genera la tele, nadie se junta, nadie se compadece de la injusticia con el otro, nadie confía en el otro, la tele criminaliza al pobre, al campesino,al indígena, al niño, al mas joven, al paraguayo, al latino, al inmigrante, al de color, al extranjero, al otro.

Estrategia creada para criminal-izar al otro y robarles sus sueños de libertad,  para que que nunca nos singularicemos con el paraguayo, con nosotros mismos, para que nos odiemos a nosotros mismos, para que nos discriminemos a nosotros mismos, pues solo así, ellos crean el escenario propicio para que sigamos siendo esclavo porque unidos recuperaremos la palabra, recuperaremos el poder potencia, perderemos el miedo, y conoceremos nuestros derechos, y ellos ya no podrán explotarnos, humillarnos y matarnos de hambre injustamente...apaga la tele y construye vínculos con el otro y recuperemos nuestra LIBERTAD, nuestra felicidad, nuestros derechos, la justicia social..

Todas las ediciones, el cortar pegar que se arma a traves de los audiovisuales, cine, tv, noticieros responden a un interés y dicen o enfocan objeto para influenciar nuestra mente y poder ser objeto util para cumplir el sueño del otro y no el nuestro, como dijera Gillez Deleuze en su conferencia que es la creación o el arte de crear??? Es hora que volquemos la creación para romper ser el objeto del sueño del CAPITALISTA amo neoliberal criminal, Y solo creando con los afectos, recuperando la palabra, el arte de hacer, mostrar, transparentar tanta injusticia, que lograrermos realizar nuestro propio sueño y no ser el objeto explotado para cumplir el sueño del otro amo poderoso que nos humilla y nos explota para cumplir su sueño....

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