viernes, 4 de julio de 2014

Terrorismo como forma de Gobierno global para crear muerte, incertidumbre y saqueo gobiernos de corporaciones Globales

Fue de terror que al mismo tiempo que yo estoy explorando el tema de Sociedad Sitiada de Zymunt Baumant para comprender nuestro mundo global y la urgente necesidad de Educación para generar el cambio en nuestra sociedad de politicos corruptos y gente en extrema pobreza, hoy todas inundadas por el efecto climatico, me encuentro en la pagina 116 del libro Sociedad sitiada de Zymunt Baumant, con que el terrorismo es una forma de Gobierno global utilizada al estilo golpe de estado en Paraguay.
Asi como la  estrategia de seguir manteniendo el terrorismo del EPP en Paraguay por el Estado para crear el ambiente de pánico, violencia, militares en el campo para amedrentar y criminalizar campesinos pobres hiper pobres por estar abandonados a su suerte,  para saquearnos con multinacionales como la Monsanto y sus transgenicos, con gobiernos puestos por ellos, asi los paises mas ricos del planeta se benefician de la violencia impuesta por el Estado complice de los terroristas, financian a los mismos, y para ello crean masacres, instalan la violencia para luego criminalizar la lucha de la violencia que ellos mismos crearon financiando y dando armas a los terroristas para sembrar la violencia caldo de cultivo que ellos crean o sea la guerra o masacre como continuación de la política para crear el ambiente propicio decir que hay terrorismo y que hay que atacar para defender los derechos humanos masacrando a miles de seres humanos, niños, jóvenes con tal de crear el escenario propicio para que ellos puedan hacer sus grandes negocios con su corporaciones globales criminales.. de terror y para mas ahora mismo mientras escribo están atacando y matando en Palestina....por DIOS alguien tiene que decir BASTA...por DIOS estos BUITRES asesinos de inocentes..todo por DINERO recursos de paises hiper ricos como Palestina y Paraguay....lean abajo la pagina 116 del libro Sociedad Sitiada de Zygmunt BaumanT...

http://www.lecturalia.com/libro/17772/la-sociedad-sitiada
La frontera Global pagina 116 de Zygmunt Bauman

Lo que mejor resume la nueva experiencia es la siguiente tesis: el espacio global ha asumido el carácter de un espacio de frontera.
En un espacio de frontera, la agilidad y la astucia valen más que una pila de armamento. En los espacios de frontera, los cercos y empalizadas, más que dar cuenta de una realidad, son una declaración de intenciones. En un espacio de frontera, ningún intento de dar a los conflictos.
Una dimensión territorial una dimensión territorial, de adjudicarse una demarcación al terreno, suele dar resultado. De todos modos, como se prevé desde un primer momento que serán inútiles, esos intentos suelen ser poco fervorosos: las empalizadas de madera dan cuenta de una falta de seguridad en sí mismo que los muros de piedra encarnan y manifiestan. En la guerra de frontera, rara vez se cavan trincheras. Se sabe que los adversarios se mueven constantemente: su poder y su capacidad de daño reside en la velocidad, el sigilo y el secreto de sus movimientos. Para todo propósito, los adversarios son extraterritoriales. Capturar el territorio que estos ocupaban ayer no asegura la victoria de hoy, y menos aun un “cese de las hostilidades”. Por supuesto tampoco garantiza la seguridad del mañana.
                En un espacio de frontera, las alianzas y los frentes de combate que las separan del enemigo son fluidos, como los adversarios. Las tropas siempre están dispuestas a cambiar de lealtad, a la vez que la línea que separa a quienes participan activamente del combate de aquellos que se mantienen al margen es muy delgada y se tuerce con facilidad. En cuanto, a las coaliciones, no hay matrimonios estables, solo conveniencias temporales que responden abiertamente  a la conveniencia. La confianza es lo último que se ofrecería y la lealtad lo último que se puede esperar.  Parafraseando el memorable concepto de Antony  Giddens, podría halarse aquí de “alianza confluente” y de “rivalidad confluente”. La primera se origina en la expectativa de obtener beneficios o una mayor conveniencia, y se deshace o se la quiebra una vez que esos intereses se desvanecen. La segunda, a pesar de soportar una carga de una larga historia de animosidades, tiende igualmente a suspenderse de buen grado y con toda diligencia (al menos por un tiempo) siempre que la cooperación con el enemigo prometa más beneficios que la confrontación.
                Al declarar la guerra con los talibanes. Donald H. Rumsfeld, el secretario de Defensa  de los Estados Unidos, advirtió que la guerra “no sería librada por una gran alianza formada para derrotar a un eje de poderes hostiles. Más  bien, participarían coaliciones flotantes de países, sujetas al cambio y a la evolución”.2  Su segundo a cargo, Paul Wolfowitz, apoyo esa estrategia reivindicando un regreso a las condiciones de frontera (o más bien,  ayudando a reformular el espacio global según el patrón del espacio de frontera) al anticipar que habría “coaliciones cambiantes y prediciendo que en la guerra que empezaba “algunas naciones podrían ayudar en ciertas operaciones, mientras que otras podrían ser convocadas para otras según su capacidad”. Como lo resumió en un nuevo apotegma  militar. “para ser efectivos, debemos ser flexibles. Debemos ser adaptables”. 3   Y vaya si fue flexible la operación que siguió, a pesar de que la flexibilidad es, inevitablemente, un arma de doble filo, y con suma rapidez se demostró que tenía un significado mucho menos lineal que el que pudieran pretender adjudicarle Rumsfeld o Wolfowitz.
                La ofensiva aérea estadounidense contra los talibanes comenzó utilizando el eslogan “Con los paquistaníes contra el terrorismo” y a un remozado Pakistán en el papel de aliado crucial. Pero en la medida en que los ataques aéreos comenzaron a suceder sin mostrar demasiado a cambio del dinero y el esfuerzo invertido en arrasar  con todo a su paso, la alternativa de allanarle el camino a un ataque por tierra de los uzbecos y tadjiks  de la “Alianza del Norte”  se torno cada vez más atractiva.  La tentación demostró ser irresistible, y la aplicación de una estrategia sustituta termino con los nuevos amos de una Afganistan limpio de Talibanes declarando la guerra “contra los terroristas y contra los pakistaníes”… Preparándose para la guerra,  el Secretario de Estado  de los Estados Unidos, con la ayuda del Primer  Ministro Británico, cortejo a los gobiernos árabes amigos, y también a los que no lo eran tanto, para que formaran parte de la coalición de guerra. La primera fase de la guerra acabo con una masacre perpetrada  por las pandillas victoriosas de la antigua “Alianza del Norte” contra los voluntarios árabes en Afganistán, y con la exigencia de limpiar el país, de “extranjeros”, fueran amistosos u hostiles en sus intenciones declaradas o supuestas.
En el momento en que escribo, la saga de las coaliciones cambiantes está lejos de alcanzar un desenlace. Los nuevos gobernantes provisorios del País devastado por varias décadas de guerras intestinas y varias semanas de bombardeos por saturación no son la coalición que se esperaba que surgiera al culminar la campaña contra los talibanes.  Unidos momentáneamente por las perspectivas de beneficiarse ampliamente de los cargos públicos y por el vivido recuerdo del enorme poder con que el Pentágono castiga la desobediencia, permanecen de todos modos como antes, como compañeros de alcoba que difícilmente vayan a compartir la misma cama por demasiado tiempo. Probablemente estén marcando el paso a la espera de que los blancos militares estadounidenses cambien, como ciertamente cambiaran, y que se desplacen hacia otro lado, como con toda probabilidad ocurrirá más temprano que tarde. Una vez que una institución burocrática adquiere la capacidad de llevar a cabo exitosamente un cierto tipo de tarea, está atada a buscar activamente  nuevas oportunidades para llevarla a cabo otra vez.  Cuando se opera en un espacio de frontera es probable que esa institución encuentre mucho más blancos para una fuerza aérea de espectacular eficacia, que le permitirán repetir el proceso. Y como observo Gary Younge, el perspicaz columnista del Guardian, definir a un terrorista […[  depende enteramente del equilibrio de fuerzas en un momento dado, Ahora los Estados buscan la cabeza de aquellos a quienes alguna vez financiaron”. Posiblemente, la consecuencia general de la guerra afgana será menos seguridad y mas derramamiento de sangre en la frontera planetaria.
                En condiciones de frontera, toda guerra contra los terroristas puede ganarse si se posee suficiente armamento aéreo, y suficiente dinero para incitar y/o sobornar  a los aliados “flotantes” o “flexibles”  para que hagan de infantería. Pero la guerra contra el terrorismo es imposible de ganar de manera concluyente) mientras el espacio global conserve su carácter “fronterizo”. El hecho de establecer  condiciones “flotantes” o “cambiantes” es uno de los factores principales  que ayuda a perpetuar esta naturaleza fronteriza del espacio global. La estrategia de las condiciones temporales de intereses transitorios, el rechazo concomitante de estructuras firmemente institucionalizadas con el poder suficiente para granjearse la sumisión permanente a reglas universales, la   resistencia contra la asunción de compromisos mutuamente vinculantes a largo plazo sujetos a estricta supervisión: todo eso separa el actual espacio de frontera de cualquier posibilidad de reemplazarlo por una orden global, sujeto a supervisión y control político. Simplemente no habrá perspectivas de obtener beneficios en base a la construcción y el afianzamiento de estructuras  legales y políticas globales  si, gracias al armamento superior y a los recursos aparentemente inagotables de los que se dispone, los sucesivos objetivos pueden alcanzarse sin aquellas con mayor rapidez y a un costo mucho más bajo. Las guerras “parlamentarias” son, en comparación, mucho más difíciles de iniciar, y su conducción es poco práctica. Y las autoridades globales, una vez consolidadas, tarde o temprano acumularan obstáculos contra la determinación unilateral de blancos y contra la elección de los modos más expeditivos de alcanzarlos ; cortaran la libertad de los agresores, o al menos harán que sus opciones les sean más costosas que hasta el momento. Una vez más, la democracia y el Estado de derecho funcionan como una carga odiosa  y superflua.
                Por cierto, es fácil comprender por qué las estrategias de “coaliciones flexibles”, junto con el rechazo categórico de toda estructura duradera y universalmente vinculante, puede resultar tentadora para los poderes que, confiando en su superioridad competitiva, esperan beneficiarse de la incertidumbre resultante,  y que no están dispuestos a compartir la ganancia anticipada con los de menos recursos y menor fortuna. Sin embargo el punto es que la estrategia puede servir a más de un amo, y una vez  que se le aplica, sienta las bases para que todo tipo de actores imprevistos e indeseables hagan un uso indiscriminado de ella.  Las “alianzas cambiantes” de la vieja frontera eran igualmente útiles a los magnates ganaderos  y a los pistoleros cuyas cabezas se les había puesto precio.
                En efecto corresponde al propósito de los terroristas que el desorden mundial se perpetúe tanto como resulta útil a la dominación mundial de quienes le hacen la guerra. Una de las principales razones por las que las guerras contra el terrorismo es imposible de ganar reside en el hecho de que ambas partes tienen intereses creados en la conservación de las condiciones de frontera. En este aspecto en particular, ambas partes comparten un mismo punto de vista, aun  a pesar de que hablan una lengua diferente. Hay, podríamos decir, un pacto de (poco) caballeros que ninguno de los dos bandos que disputan la “la guerra contra el terrorismo” se muestra en absoluto interesado en quebrar. Ambos bandos militan contra la imposición de restricciones a la reciente adquirida extraterritorialidad de los cielos de los cielos o a la libertad de ignorar o hacer a un lado las “leyes nacionales” cuando estas se consideran un inconveniente para el propósito en curso. Esta coalición—la coalición contra un orden global democráticamente controlado y universalmente vinculante—parece ser la única que resiste incondicionalmente toda “flexibilidad” y que no muestra tendencia alguna a “ flotar”.
                Hace más o menos dos siglos, cuando el ancien regime  premoderno (conformado por sociedades divididas en localidades precariamente coordinadas, y a menudo separatistas, regidas por una ley que, hecha añicos, no consistía más que en una serie de privilegios y privaciones), se derrumbo, marcando el camino para el terrorismo dirigido tanto por el estado como contra él, y haciendo de la sociedad un lugar peligroso, surgió el ideal de un nuevo modelo de integración social supralocal al nivel del Estado-nación. Esa idea dio origen y continuidad a los esfuerzos abocados a las tareas de construcción de la nación y del Estado. Si las consecuencias prácticas de esos esfuerzos estuvieron a la altura del ideal o no, ese es otro problema. Lo importante, para el largo plazo, era el hecho de que había un ideal, y que ese ideal exigía que urgentemente se invadiera y conquistara el espacio fronterizo emergente, con el propósito de apaciguarlo, domesticarlo, y aparte de eso, acondicionarlo para la vida humana (ese esfuerzo tan arduo, y en absoluto uniforme, habría de ser retrospectivamente llamado el “proceso de civilizador”). Podría decirse que la política del Estado-nación precedió y condujo el establecimiento del Estado-nación: en cierto sentido, la política se creo su propio objeto.
                Ningún ideal comparable ha surgido hasta ahora en nuestros tiempos, en los que la versión fluido-moderna del ancien régime (bajo la forma del planeta dividido en Estados-nación soberanos sin una ley universal que los sujete a todos) se está derrumbando, y le abre así el camino a los terrorismos globales, estatales o no. No hay una “política del orden mundial” a la vista que pueda presumir de un panorama más amplio que el del precinto policial promedio. En ausencia de esa visión más amplia. La única estrategia para imponer el imperio de la ley y el orden consiste en detener,  encarcelar, y privar de sus prerrogativas a los agentes cuyas pretensiones de explotar las ventajas que ofrecen las condiciones de frontera han sido declaradas ilegitimas por quienes ejercen un criterio independiente. Por supuesto, hasta ahora se le ha dedicado poca consideración y menos voluntad política a la forma posible del control democrático sobre las fuerzas actualmente emancipadas de las instituciones existentes de control legal y ético que son libres de atacar según prefieran los blancos que prefieran…
                Como afirmo Clausewitz, la guerra no es más que la continuación por otros medios de la política. Jean Baudrillard dijo,  acerca de la guerra declarada al terrorismo por los Estados Unidos y Gran Bretaña, que no era más que una continuación, por otros medios, de la ausencia de política. 5
En ausencia de una política global y de otras autoridades políticas globales, solo pueden esperarse violentos conflictos. Y siempre habrá alguien ansioso de condenar el ejercicio de la violencia como un acto de terrorismo, es decir, como un acto criminal que debe ser castigado. Las “expresiones “terrorismo”  y “guerra contra el terrorismo”

Seguirán siendo conceptos discutibles por definición, y las acciones que originan seguirán siendo poco concluyentes, en la misma medida que continuaran perpetuándose y realimentándose a si mismas.

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